Google, Amazon o Apple se interesan por la información sobre la salud para nutrir sus herramientas de análisis, que pueden comercializarse en hospitales o centros de investigación
Google ha accedido a decenas de millones de historiales médicos en Estados Unidos con sus nombres y la fecha de nacimiento. Lo ha hecho gracias a un acuerdo con un grupo médico privado, para enseñar a sus algoritmos a hacer recomendaciones a los pacientes. Pero el caso pone de relieve el apetito de las grandes tecnológicas por los datos médicos, y cómo el axioma move fast and break things (muévete rápido y rompe cosas, antiguo lema oficial de Facebook, pero practicado por todos los gigantes digitales) resulta más alarmante con datos tan sensibles.
En los últimos años algunas de las principales compañías de Silicon Valley han impulsado proyectos para acercarse al sector sanitario por una de las vías que mejor conocen: la recogida y el análisis de datos. Amazon ya vende a empresas de este sector programas que analizan los registros médicos para facilitar prescripciones e incluso diagnósticos. Ambos aspectos figuran dentro del catálogo de soluciones que ofrece la supercomputadora Watson, cuyo creador, IBM, se ha esforzado en comercializar en hospitales.
Amazon también ha creado un equipo centrado en “salud y bienestar” dentro de la división que trabaja con Alexa, su asistente de voz. Sus objetivos son la gestión de la diabetes y el cuidado de madres y personas mayores. Google sigue el mismo camino. Ha potenciado las capacidades de su asistente de voz para médicos con su programa Medical Digital Assist (Asistente médico digital). Pero esta es solo una de sus bazas. La compañía entrena sus modelos de inteligencia artificial para tratar la diabetes o ayudar en la detección del cáncer.
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