La historia del videojuego va por desgracia unida a un legado de piratería desde sus inicios. Pero algunos desarrolladores se las han arreglado para evitarlo o, al menos, para reírse a costa de aquél que haya jugado a una copia pirata de su obra y sufrido las consecuencias. Imaginativas, maliciosas y hasta un punto sádicas, estas son algunas de las mejores medidas para cazar in-game a los piratas.
La piratería de juegos es algo tan antiguo como el propio Videojuego en sí mismo. Los chips internos, los ‘Custom Firmwares’ o los cartuchos R4, las torres de CD’s, posteriormente DVDs y luego tarjetas de memoria y discos duros internos/externos –abandonando ya la grabación y usando directamente la imagen ISO. Podemos establecer líneas cronológicas que mostrarían los picos del uso de software pirateado, y como desde la época del Spectrum, Amiga o ST los juegos sufrían el azote de los ‘Jack Sparrow’ del momento. Con la oleada de la 3ª y la 4ª Gen –NES, Master System, Mega Drive, Super Nintendo-, la cosa disminuyó, por el simple hecho de que los cartuchos eran más caros de fabricar –aunque en el mercado asiático existía un pirateo considerable de cartuchos de estas consolas-, aumentando cuando llegaron los sistemas que ya usaban el revolucionario Compact Disc o CD, sobre todo cuando la tecnología de hacer nuestras propias grabaciones llegó a casa con los primeros grabadores.
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