Eres el científico creador de un agente patógeno que está matando a todas las células vivas del planeta, lo que parecía una cura para el cáncer se ha convertido en la mayor pesadilla de la historia de la humanidad. Ese es el punto de partida de One Chance (Una oportunidad), un videojuego como recuperado del pasado, sin rastro de los fuegos de artificio tecnológicos de los que alardean los actuales. El científico es una figurilla barbuda apenas definida por grandes píxeles. Las flechas del teclado funcionan como controles y la barra espaciadora es “para interactuar”.
Lo particular de esta aventura no reside en la estética nostálgica, sino en las condiciones que establece. No es posible el entrenamiento previo ni permitirse el lujo de sucumbir al primer villano: One Chance se llama así porque sólo se puede jugar una vez. Tras el primer y único intento, el juego memoriza la IP del ordenador para que el jugador no repita.
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