“Me di cuenta cuando fui al cajero y observé un montón de movimientos en mi cuenta corriente que yo no había ordenado, había dos transferencias por importe de 1.000 y 1.200 euros...”; “...habían realizado varias trasferencias a otros bancos, robándome unos 12.000 euros”; “...comprobé el estado de mi cuenta a través de Internet y ví que mi saldo estaba al descubierto, habían realizado una transferencia que yo no había ordenado por importe de 2.432,43 euros”; “Me han robado todos mis pocos ahorros, 3.125 euros. Me dejaron solo 35 euros”...
Cientos de personas ya nos han contado su caso, les han vaciado las cuentas corrientes y no saben que hacer. No entienden qué ha podido ocurrir, los bancos no responden, y las oficinas de consumo no tienen claro cómo hay que actuar ante este tipo de situaciones.
El phishing, es el fraude on-line más complicado con el que se están encontrando las entidades bancarias y sus clientes en los últimos cinco años, porque no está claro quien responde de la desaparición de los fondos.
La Wikipedia define el phishing como “un tipo de delito encuadrado dentro del ámbito de las estafas y que se comete mediante el uso de un tipo de ingeniería social caracterizado por intentar adquirir información confidencial de forma fraudulenta (como puede ser una contraseña o información detallada sobre tarjetas de crédito u otra información bancaria).
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