Aunque la guerra informativa no es algo nuevo, en los conflictos recientes se ha observado como Internet permite a cualquier actor realizar operaciones informativas con una facilidad y efectividad asombrosas. En efecto, tal y como hemos podido observar en Israel, Líbano, Palestina, Siria, Ucrania, Crimea o en el Estado Islámico, el empleo de plataformas multicanal y redes sociales como Facebook, Twitter, Instagram, Flickr o Youtube permite a cualquier actor recopilar una enorme cantidad de información sobre sus potenciales adversarios e influir en la opinión pública mediante actividades de propaganda y contra-propaganda.
Las fuerzas armadas de muchos países también se han subido al carro de las redes sociales, especialmente para utilizarlas como herramienta de inteligencia y comunicación estratégica. Sin embargo, el uso que su personal hace de los mismos supone una amenaza para la seguridad y defensa nacional.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) son un ejemplo de ello. Aunque éstas constituyen el ejemplo paradigmático del uso y explotación de las redes sociales en el campo de batalla, también están sufriendo problemas de difícil solución. Según estimación de las propias FDI, el 70% de sus generales, oficiales y suboficiales y el 95% de sus soldados disponen de perfil personal en Facebook. No obstante, su uso inadecuado motivó que en 2013 se prohibiera a los pilotos y soldados pertenecientes a unidades de inteligencia y operaciones especiales compartir en las redes sociales fotografías que revelasen su condición de militar, máxime tras algunos episodios que no sólo pusieron en peligro la seguridad y defensa del país sino la reputación de sus Fuerzas Armadas.
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