La caja tonta deja de serlo y quizá justo en el momento adecuado. Con la incorporación de consolas domésticas y la llegada de los televisores inteligentes es posible que el electrodoméstico que durante medio siglo se ha convertido en el epicentro del salón pueda alargar un poco su hegemonía porque recientes análisis demuestran la caída en picado de las horas que le dedicamos a sentarnos frente a la tele.
Tradicionalmente la celebración de unos Juegos Olímpicos servía desde hace décadas para impulsar el avance tecnológico audiovisual y para vender más televisores porque se elevaban los índices de audiencia. Esto fue el único respiro que ha tenido lugar en los últimos años dentro de una imparable tendencia al abandono por parte de los telespectadores, que en Londres 2012 volvieron a concitar cifras abultadas en las emisiones deportivas pero tan pronto se apagó la antorcha todo volvió a la inexorable realidad que se venía constatando. Y sucede casi por igual en la industria televisiva en abierto como en la de pago, de gran fuerza en Estados Unidos, donde se han realizado estos análisis.
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