Las redes sociales ya no son un escaparate de retratos adolescentes. Son jóvenes, pero no inconscientes. Saben que en ese territorio la privacidad no existe y, para colmo, las comparten con profesores y familiares. Su nuevo medio natural son las aplicaciones de mensajería, íntimas y cercanas. Es cierto que estos programas ya existían en el ordenador, y que el móvil siempre tuvo SMS, pero nunca se estuvo tan cerca de un contacto hasta que se combinaron ambas opciones. El catálogo es amplio. En cualquier iPhone o Android se pueden instalar hasta 24. iMessage viene por defecto en los móviles de Apple. Line se diferencia con pegatinas cómicas. Whisper, por crear un supuesto anonimato. WhatsApp, por ser el más austero. Snapchat, por la imposibilidad de guardar lo recibido. Tango, KakaoTalk o WeChat son prácticamente clónicos.
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