A principios de 1981 los mejores diseñadores e ingenieros del mundo trabajaban a contrareloj para diseñar el IBM Personal Computer XT, uno de los primeros ordenadores de la compañía en incorporar un disco duro interno y el abuelo de cualquier pc de hoy en día. Sin embargo, pese a tratarse de las mentes más brillantes trabajando en una de la compañía más puntera del sector, los problemas con sus equipos eran constantes y desesperantes.
Cuando algo fallaba -algo muy habitual en la época- la fórmula utilizada por los ingenieros y los desarrolladores de IBM consistía en desenchufar del ordenador, esperar un rato y volver a encenderlo.
Sin embargo, se trataba de un proceso problemático que podía tornarse en desesperante ya que, en ocasiones, los sistemas fallaban cada 5 o 10 minutos y resolver las incidencias se prolongaba más de lo necesario.
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