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wolfbcn
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La e-Diplomacia, el embajador en casa
« en: 29 Octubre 2012, 02:48 am »

Como cualquier otro sector político o empresarial, la diplomacia también cambia al ritmo que marca Internet. Las redes sociales son ya una realidad en las relaciones exteriores. El alambicado lenguaje diplomático se ha sustituido por tuits de 140 caracteres, actualizaciones en Facebook, posts en blogs o incluso perfiles en redes sociales locales. El cable diplomático y las reuniones a puerta cerrada ha cedido terreno a la e-diplomacia.

La diplomacia pública 'online' ha transformado la manera de comunicarse con ciudadanos de otros países al tiempo que ayuda a detectar posibles conflictos. EEUU, el país más avanzado en este terreno, cuenta desde 2009 con una estrategia clara.

Su 'diplomacia pública 2.0' consiste en explorar "nuevos caminos para operar en un entorno de información muy cambiante". Y desde que se planteó dicha idea, hace ya tres años, el país norteamericano ha evolucionado hasta contar con más de 190 cuentas del Departamento de Estado en Twitter y alrededor de 200 en Facebook.

Desde un punto de vista práctico, este logro supone para el departamento que dirige Hillary Clinton una audiencia potencial de millones de personas sin contar las que pueda atraer en YouTube o plataformas locales como Sina Weibo. En palabras de Fergus Hans, investigador de la Brookings Institution citado por 'The Economist', estamos ante un nuevo "imperio mediático global". Un canal de comunicación que cuenta, según el estudio 'Revolution @State: The Spread of Ediplomacy' del Lowy Institute, con alrededor de 150 empleados en el Departamento de Estado y más de 900 en las delegaciones de EEUU en el mundo.

¿Una fuente de conflictos?

Pero lo que en teoría puede parecer un océano de oportunidades en la práctica corre el riesgo de convertirse en una fuente de conflictos. Valga como ejemplo el problema que ha creado el embajador británico en Chile, Jon Benjamin, tras publicar en su perfil de Twitter un mensaje irónico en torno a la disputa entre argentinos y británicos a cuenta de Las Malvinas.

"¿Cuáles son las Islas que les quitaron a quién por qué cosa? Quizá me lo entere en el estadio nacional este martes? Tengo mi entrada ya!", escribió el diplomático en Twitter en referencia a un cántico de los hinchas chilenos a los argentinos: "Argentinos, maricones, les quitaron las Malvinas por huevones". Tras publicarlo y montarse un escándalo en torno al mensaje, el embajador no tuvo más remedio que retirarlo, asegurar que era un mensaje privado publicado para todo el mundo por error y pedir disculpas a los argentinos.

Aunque en esta ocasión sirvió la excusa puede que en otra el incendio provocado en la Red dé lugar a un conflicto bilateral. De ahí que se plantee la necesidad de una regulación en torno al uso de Twitter con fines públicos y diplomáticos.

Hasta ahora, los países punteros en e-Diplomacia (EEUU, Reino Unido y Canadá) sólo cuentan con recomendaciones públicas sobre este particular. Así, tanto el Departamento de Estado de EEUU como el departamento de Exteriores británico, Foreign Office, ofrecen a sus diplomáticos una guía de buenas maneras para saber cómo actuar en la Red.

Asimismo, para intentar controlar estos flujos de comunicación, la diplomacia pública ha generado nuevos perfiles. Un buen ejemplo es el del asesor de Innovación de Hillary Clinton, Alec Ross. Con fuertes conexiones en Silicon Valley, Ross es uno de los principales impulsores de la política e-diplomática estadounidense. La tarea de estos jóvenes gurús es trasladar las innovaciones tecnológicas del ámbito de la empresa privada al gubernamental.

Una herramienta de influencia

En el caso británico, la guía de comunicación diplomática digital pública dedica un apartado completo a las redes sociales. En él, anima a sus trabajadores a participar "identificándose" en estos nuevos canales de comunicación. "El personal del Foreign Office no necesita permiso para participar en comunidades existentes. Las reglas son las mismas en la Red que para participar en encuentros o conferencias", aclara esta guía de conducta. Eso sí, aconseja reflexionar "antes de publicar comentarios" y anima a participar en aquellos temas en los que cada uno es experto para que la actuación resulte creíble.

Una política que coincide con la impresión de Karen Melchior, una diplomática danesa conversa a la 'tuitdiplomacia' que este mismo mes de octubre escribía en la revista del 'Canadian International Council' que "usar las redes sociales es el equivalente en internet a acudir a recepciones".

Por su parte, Rafael Rubio, profesor de derecho en la Universidad Complutense y consultor de ciberdiplomacia, asegura que estas estrategias en redes sociales "están muy pensadas, diseñadas y trabajadas". Desde su punto de vista, las redes sociales se han convertido en una gran "fuente de información del país a pie de calle y, por lo tanto, en una potente arma de influencia. No sólo con los ciudadanos, también con la comunidad de empresarios o académicos", destaca.

Pero como demuestra el caso del embajador británico en Chile no siempre es tan simple. Sobre todo en Twitter y Facebook, donde debido al tono desenfadado que se suele utilizar es especialmente delicado no traspasar la delgada línea que separa las opiniones personales de las consignas 'oficiales'.

Como señala David Álvarez Sabalegui, consultor en Social Media y analista de redes sociales y política 2.0, "los políticos tienen la oportunidad de mostrarse directamente con los ciudadanos de forma más natural. Pero siempre han de ser conscientes de que la identidad digital que trasladan es la de su condición de político".

De hecho, el 80% de los políticos españoles informa en sus perfiles de su actividad política, según Álvarez. Y es por eso por la que la mayoría de sus seguidores están interesados en lo que escriben. "Los políticos deben saber gestionar de forma conjunta sus dos condiciones: la de político con cargo público y la de ciudadano. Porque difícilmente pueden separarlas por completo», explica Álvarez.

En todo caso, los expertos consultados señalan tres peligros que amenazan esta nueva ciberdiplomacia. Uno, la sobreexposición de los políticos, poco acostumbrados a enfrentarse a un grupo heterogéneo y mundial. Dos, el carácter de inmediatez inherente a Internet que puede hacer que las repuestas sean menos reflexivas y ponderadas de lo aconsejable. Y tres, la capacidad de archivar y difundir de la Red. La combinación de estos elementos condensado en una bomba de 140 caracteres puede ser "mortal".

Aún así, Rubio señala que se acabará rebajando la exigencia en este tipo de comunicación, incluso cuando este fuera de la labor política. "Un tuit es un tuit, no una declaración en una rueda de prensa", señala este experto en ciberdiplomacia.

La censura como contradiplomacia

Este nuevo modelo diplomático no sólo tiene consecuencias internas. El uso de la red con fines propagandísticos también tiene consecuencias en los países donde se desarrolla. Evgeny Morozov, un reconocido ciberactivista bielorruso, argumenta que el haber convertido las redes sociales en canales de comunicación pública ha puesto estos medios, e incluso Internet en sí, en el punto de mira de regímenes autoritarios como Rusia, Irán, China o Cuba.

Éstos ven con recelo que EEUU use las redes sociales para hacer contradiplomacia donde no goza de buena prensa y para recabar información que les otorgue capacidad para adelantar conflictos. Ante esta situación, estos países reaccionan incrementando la censura en Internet, sinónimo de libertad para muchos activistas, para mejorar el control sobre sus ciudadanos.

Un problema al que paradójicamente también se enfrentan muchas empresas de Internet estadounidenses. Gigantes como Google, Facebook, Yahoo!, Microsoft o Apple en más de una ocasión se han visto ante el problema de tener que atender las peticiones de gobiernos autoritarios para, por ejemplo, facilitar datos de un usuario disidente, a cambio de mantener su negocio en dichos países. Y casi sin excepciones han preferido atender estas solicitudes sin plantear batalla legal para defender la privacidad de sus usuarios con el argumento de que han de respetar las leyes de los países donde operan.

"China ya ha puesto trabas a Google. Censura y ennegrece determinados portales o enlaces. En Corea del Norte la cerrazón es absoluta, pero es difícil mantener un espacio cerrado durante mucho tiempo. Pensemos en la bloguera de Cuba [Yoani Sánchez], pero también en que EEUU u Occidente no pueden silenciar todas las emisiones de los internautas islamistas fundamentalistas, en el origen de la revolución en Túnez, que no habría sido posible sin Internet", explica Inocencio Arias ex diplomático español.

También ha sucedido al revés. En alguna ocasión estas compañías han recibido presiones de gobiernos democráticos para evitar conflictos internaciones. Es el caso del polémico vídeo de Mahoma que desató la ira de muchos países islámicos. Sin embargo, en este caso, Google se negó a aceptar la petición de la Casa Blanca de retirar la grabación de YouTube. Su argumento es que el contenido no violaba de ninguna manera las normas de uso del sitio.

La clave quizás sea alcanzar un punto de equilibrio entre lo adecuado y lo arriesgado. Además de por ser la mayor figura política del mundo, el canal de Barack Obama en Twitter también es el más seguido -21 millones de fans- por la adecuada forma en que se gestiona y actualiza. Aunque está manejado por su equipo, en ocasiones el propio Obama escribe tuits que firma diferente -algo imitado en todo el mundo-. Pero siempre se escoge el tono más adecuado para cada mensaje.

Su antítesis serían, por ejemplo, el presidente venezolano Hugo Chávez, quien escribe a sus más de 3,5 millones de seguidores en un tono más que desenfadado, o la presidente argentina, Cristina Fernández de Kirchner, que es capaz de generar ella sola un conflicto bilateral a cuenta de sus tuits sobre la nacionalización de Repsol o de sus mensajes incendiarios sobre las Malvinas.

FUENTE :http://www.elmundo.es/elmundo/2012/10/24/internacional/1351100891.html


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