La exclamación es mía. La pregunta es de Adi Robertson, editora de The Verge. Cuenta cómo hubo un tiempo en el que todas las noticias las recibía a través de su lector RSS, que no era otro que el de la gran mayoría, Google Reader. Pero el gigante de Internet decidió echar el cierre hace más de cuatro años y nada volvió a ser igual para este particular método de redifusión web. Fue, en apariencia, una estocada mortal con nombre propio: redes sociales. Si todo está en las redes sociales y además lo está antes que en cualquier otro medio, ¿para qué hacen falta los RSS?
Robertson sigue contando que todavía usa Feedly, convertida desde el mismo ocaso de Google Reader en su alternativa de facto y a día de hoy la referencia más popular de su categoría, con dos problemas: tiene tal cantidad de fuentes agregadas que le es imposible mantener el orden, revisar y organizar la información con la agilidad que le gustaría; y a su vez le resta tiempo para atender otras fuentes de noticias más de esta década, léase Twitter o Reddit. Aun así se resiste a abandonar Feedly, precisamente por la cantidad de información que recibe y almacena ahí y que no está ni en Twitter ni en Reddit.
Por la línea de trabajo de Robertson su caso no es aplicable al de la mayoría de usuarios, es evidente, pero si se me permite, la entiendo perfectamente. La actualidad se cuece ahora sobre todo en Twitter y o estás atento o alguien más rápido te pisa la noticia. El problema con esta premisa, a la que se aferra casi todo periodista, no hablemos ya si se dedica al ámbito tecnológico, es que es falsa. No se sostiene. Y por falsa, es injusta. “Incluso después de todos estos años, me encanta Feedly. Pero ya no se siente como un espacio que organizo. Se siente solo como otra fuente“, comenta Robertson. Ese es, quizás, el meollo de la cuestión.
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