La información es la lanza y el escudo del hacker. Su arma de ataque y su defensa, los datos, los bits, su mundo y su contexto. Después de la serie veraniega de artículos "¿Es delito el hacking ético?", hay otro punto no menos importante, la otra cara de la moneda del hacer pública o no la información: así como el hacker es responsable de aquello que descubre y cómo y a quién lo distribuye, son también de vital importancia los datos que el hacker da de sí mismo, empezando por el rastro que deja en las redes que visita, y acabando por algo tan privado como es su nombre y su cara.
Una definición de hacker podría ser quien conoce y usa a la perfección las herramientas para descubrir y divulgar la información, pero, a la vez, debe conocer y usar también como nadie las herramientas que puedan esconder su identidad y garantizarle la privacidad. Después, en la práctica, la mayoría revelan su cara y su nombre al grupo, a veces incluso al gran público. Hoy en día, buena parte de los integrantes de la comunidad hacker hispana tienen apodo y nombre real públicos, que usan de forma indistinta, y sus caras son también conocidas pues muchos dan charlas en los congresos de seguridad informática que se suceden repartidos por el territorio.
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