Mantenemos infinidad de conversaciones privadas a través de los diferentes sistemas de mensajería instantánea (WhatsApp, Telegram, Messenger, etc.), además de los miles de emails que hemos enviado a lo largo de nuestra vida… ¿Somos conscientes de la cantidad de información íntima que dejamos a nuestro paso, no sólo en nuestras redes, sino en las redes de las personas con las que nos comunicamos?
Cuando llegó internet a nuestras vidas, nos pareció magia. Cuando creamos nuestras primeras cuentas de email que nos permitían comunicarnos en la distancia sin tener que escribir a mano, comprar el sello, echar la carta en el buzón, nos entró una necesidad imperiosa de contar nuestra vida a todo aquel amigo que también se hubiera subido al carro de las nuevas tecnologías… y cuando ya aparecieron las redes sociales, el espectro se amplió a los conocidos de la infancia y hasta a la vecina del 5º, con la que casi no cruzas ni media palabra cuando coincides en el ascensor.
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