Ahora mismo, los operadores de telecomunicaciones con cobertura a nivel nacional están comercializando fibra óptica a 200, 300 ó 500 megas. Es decir, que podemos contratar conexiones de hasta 500 megabits, que no es lo mismo que megabytes. Para ello necesitamos contar con un adaptador de red Gigabit, y conexión cableada, o bien WiFi ac. Pero ¿es eso lo único? En realidad, no, porque si queremos aprovechar la máxima velocidad, entonces también deberíamos revisar el disco duro del ordenador.
En teoría, con una conexión de 500 megas simétricos deberíamos poder hacer transferencias de 62,5 MB/s como pico teórico. Pero a diferencia del ADSL y las conexiones basadas en cobre, la fibra óptica suele superar la velocidad contratada en hasta 10 Mbps. Es decir, que es probable que con esta conexión alcancemos un pico de 63,75 MB/s como máximo –y estable-, mientras que con 300 Mbps hablaríamos de 37 a 39 MB/s, aproximadamente, y con 200 Mbps una horquilla de 25 a 27 MB/s.
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