La paradoja de la vida digital es que nos facilita un gran número de tareas y nos ahorra tiempo pero, por otro lado, parece demandarnos cada vez más atención; a menudo terminamos aburridos de actualizaciones y amenazas digitales. No obstante, las compañías dedicadas a la ciberseguridad coinciden en que la apatía de los usuarios es un gran peligro.
Cada día las decenas de aplicaciones en tu móvil piden actualizaciones; hay constantes alertas de seguridad. ¡Cuidado con las contraseñas! Te 'hackean' el Facebook o el Twitter; alguien se ha apropiado de tu tarjeta de crédito. ¡Datos! ¡Privacidad! ¡Seguridad! ¡¡Nos atacan!! Si estás harto de todo esto y pasas de tomar medidas frente a los peligros digitales, puede que tengas 'fatiga digital'. Y ese cansancio te pone en el punto de mira de los ciberdelincuentes.
La paradoja de la vida digital es que supuestamente nos facilita un gran número de tareas pero parece demandarnos cada vez más atención; a menudo terminamos aburridos de actualizaciones y amenazas digitales. Las compañías dedicadas a la ciberseguridad coinciden en que la apatía de los usuarios es un gran peligro.
Daniel Creus, miembro del equipo de investigación de Kaspersky, llamó la atención sobre una actitud extendida entre muchos de los usuarios: para qué me voy a molestar si no tengo nada que ocultar. "Este argumento es peligroso porque es mentira, todo el mundo tiene algo que ocultar o proteger", comentó durante la presentación en Madrid de los nuevos productos de su empresa.
Para ilustrar su idea, indicó que incluso un PC vacío de datos personales pero conectado a internet puede ser utilizado para cometer desde él delitos informáticos —por ejemplo, como parte de una botnet o red de ordenadores 'zombis' al servicio de alguien— o incluso almacenar material sensible sin que nos demos cuenta.
Creus hace un llamamiento a los usuarios: "Es necesario hacer uso de un mínimo sentido común". "Todos nuestros dispositivos que estén conectados a la red, que emiten y reciben datos, siempre son sospechosos" y hay que tratarlos como tal.
Y las reglas básicas son muy sencillas. Desconfiar de mensajes extraños evita muchos ataques de ingeniería social —esos correos electrónicos o mensajes que piden datos a la víctima— y usar el doble factor de autenticación (que hace más difícil el robo de contraseñas) son pasos siempre recomendables.
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