“Linux no sirve para jugar”. ¿Cuántas veces hemos escuchado o leído esa frase los linuxeros? El hecho de que Microsoft domine la industria de los videojuegos para compatibles mediante DirectX deja en desventaja a macOS y GNU/Linux, cuyos usuarios tienen que conformarme en la mayoría de los casos con conversiones que pierden rendimiento frente a las versiones que aparecen originalmente para Windows.
Sin embargo, en los últimos tiempos hemos visto una gran mejora en la calidad de los drivers para GPU en GNU/Linux. Esto se ha traducido en una experiencia que ha ido mejorando con los juegos, hasta el extremo de que, en muchos casos, en la actualidad las diferencias de rendimiento con Windows no son tan abismales como hace años, aunque hay ports que desgraciadamente jamás podrán a aspirar a eso, como el de Tomb Raider.
Una vez más, nos hacemos eco del trabajo realizado por el incansable Michael Larabel, jefazo de Phoronix, para ver comparativas de rendimiento entre Windows 10 y Ubuntu 16.04.3 (a partir de ahora, solo Ubuntu). El ordenador base utilizado se ha compuesto de una placa base ASUS PRIME X299-A, un Intel Core i9-7850XE como procesador, 16GB de RAM en cuatro módulos de 4GB y un SSD Intel de 235GB. Las GPU probadas han sido las siguientes:
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