Berrinches, disputas, errores, aburrimiento, arrebatos, saturación, estrategias de marketing y, en casos más graves, acoso o amenazas. La relación de los ‘famosos’ con Twitter está plagada de desencuentros que, debido a la visibilidad de sus protagonistas, suelen producir un notable impacto, transmitiendo no pocas veces la sensación de que estamos ante una herramienta un tanto incómoda, cuando no directamente agresiva o salvaje, y que son legión los que se marchan para no volver.
22-12-2013 - Manuel M. Almeida para Mangas Verdes.- Los anuncios de abandono y cierre se han multiplicado por doquier desde el ‘boom’ que atrajo al grueso de la ‘elite’ mediática a esto del microblogging, con la principal expectativa de ampliar su popularidad y sus canales de promoción, pero olvidando un factor clave: la multidireccionalidad de la comunicación que caracteriza a la Web 2.0.
Muchas, en efecto, han sido las figuras públicas que han dado el portazo, con rotundos tuits y llamativos titulares en los medios de comunicación. Pero ¿realmente se van?, ¿cierran sus cuentas?, ¿cumplen con sus promesas de no volver jamás?, ¿son sólo prontos motivados por la ira o, por el contrario, predominan las decisiones irrevocables y meditadas?
La pasada semana publicaba en este blog un post en el que hacía referencia a una de estas últimas deserciones, la de Cristina Fallarás. A colación de ese post, Daniel Cerdán me recordaba oportunamente el también adiós intempestivo de Gay de Liébana en los últimos días. Mi respuesta, improvisada, fue la siguiente:
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