A principios del mes de marzo ya os comentábamos que habían detectado una vulnerabilidad en los chipsets de Intel que afecta a casi todos los procesadores fabricados en los últimos cinco años, un grave problema de seguridad que aparentemente no tiene solución porque afecta al hardware. Desde entonces, Intel no solo no le ha dado una solución -aunque sea de mitigación-, sino que se le están acumulando las vulnerabilidades, ya que ahora en abril han aparecido seis nuevas.