SSD es el gran nombre en soluciones de almacenamiento interno para almacenamiento de consumo. Sus ventajas frente a los discos duros son tan importantes que su uso se ha estandarizado en todo tipo de equipos, sean portátiles o sobremesas donde al menos la unidad principal está basada en almacenamiento sólido.
Si su utilización por los fabricantes en equipos nuevos es masivo, lo mismo podemos decir para renovaciones, donde una unidad de estado sólido es una de las mejores actualizaciones de hardware que un usuario puede realizar para mejorar equipos antiguos. Sea reemplazando el disco duro en un portátil o instalando una SSD (sola o junto a ellos) en un ordenador de sobremesa, los beneficios son tangibles desde el primer minuto en el apartado de rendimiento, pero también en su menor ruido, emisión calorífica o consumo, derivados de su base en memorias NAND flash y la ausencia de partes móviles.
La mejora de su robustez y resistencia a fallos en las últimas generaciones; la llegada de nuevos formatos más pequeños y rápidos y una bajada constante de precios, ha añadido atractivos adicionales para convertir a las SSD en el gran estándar para almacenamiento masivo. Las ventas de discos duros destinados a almacenamiento interno caerán un 50% en 2020. Un síntoma evidente de la popularidad de SSD, si bien los discos duros todavía tienen vida por delante en el mercado empresarial (servidores y centros de datos) y en el de consumo pensando en almacenamiento externo, sea un NAS o un disco externo, donde precisamente podemos aprovechar las unidades que reemplacemos por las SSD.
Hoy actualizamos nuestra Guía SSD con las novedades del último trimestre y una selección de modelos actuales y sus precios, repasando su funcionamiento, formatos, interfaces y todo lo que un usuario debe conocer sobre este tipo de unidades.
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