Apple ha marcado un nuevo punto de inflexión en sus teléfonos inteligentes con la introducción del iPhone X. Algo parecido ocurrió con el lanzamiento del iPhone 5s, que no solo fue el primer teléfono inteligente con sensor de huellas dactilares, sino también el primero con un chipset con arquitectura de 64 bits. Esta vez, Apple ha hecho evolucionar su tecnología biométrica, enfocada a la seguridad, hacia el escaneo facial. Y de momento se mantiene a la vanguardia, pero van a dar otro paso más para mantenerse por delante de sus competidores y las alternativas a la tecnología Face ID.
Esta tecnología, Face ID, aprovecha varios sensores como apoyo a la cámara delantera, y con esto consigue crear un modelo 3D del rostro del usuario. Es decir, que hace un escaneo destacablemente más avanzado que las tecnologías alternativas que ya están montando otros fabricantes competidores. En las últimas semanas se ha estado comentando la posibilidad de que Apple apueste por los ultrasonidos para reintroducir Touch ID en próximos iPhone montando el sensor de huellas dactilares bajo la pantalla. Pero ahora hemos podido conocer una evolución de Face ID que parece bastante más coherente con su filosofía. Y básicamente se trata de hacer más precisa la tecnología de reconocimiento facial que ya utilizan.
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