El teléfono móvil y otros dispositivos inteligentes son una eficaz herramienta de comunicación. Pero, también de control. Todos llevamos uno, de manera que siempre puede saberse dónde estamos y hasta qué hacemos. Estos dispositivos prometen facilitarnos la vida y puede que lo consigan, pero a cambio quieren saber casi todo de nosotros.

Cada aparato, y sus aplicaciones, dice que de ese modo, con cuanta más información, mejor servicio nos dará. El resultado es que muchos dispositivos almacenan más información de la que estrictamente necesitan para llevar a cabo sus funciones.

Como explica All4sec, este exceso de información es luego estructurada y vendida muchas veces sin nuestro conocimiento y sin nuestra autorización. Todos estos datos son personales de cada cliente y, por ello, recuerdan en esta empresa española de ciberseguridad, cada usuario tiene "derecho a la privacidad y a saber exactamente qué se hace con ellos".

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