Como sabes, Microsoft ha comenzado a bloquear las actualizaciones en plataformas de procesamiento de última generación, Kaby Lake de Intel o RYZEN de AMD, que estén ejecutando sistemas operativos fuera de Windows 10, como Windows 7 o Windows 8.1.
Microsoft argumenta que la nueva generación de procesadores incluyen nuevas capacidades y hardware que dificultan o impiden la compatibilidad con los sistemas operativos más antiguos. Aunque es comprensible que Microsoft quiera evitar “otro caso Windows XP”, no son pocos los críticos que entienden esta medida como puramente comercial para “obligar” a los usuarios a migrar a Windows 10. Y no parece que los consumidores estén por la labor de abandonar Windows 7 según los datos de cuota de mercado.
Ciertamente, Microsoft puede soportar en sus sistemas el hardware que estime conveniente, pero el problema es que Windows 7 y Windows 8.1 siguen siendo soportados oficialmente por la compañía y lo seguirán estando hasta 2020 y 2023, respectivamente.
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