Un peso que cae y un mecanismo que convierte la energía cinética en eléctrica para iluminar los rincones del mundo donde la alternativa a la oscuridad de la noche son las lámparas de queroseno
Una de cada cinco personas en el mundo no tiene acceso a la red eléctrica en su casa. Imagínense renunciar al ordenador, a la nevera, o a algo más simple que todo eso: la luz eléctrica. Entre esas personas hay miles de estudiantes, muchos de ellos niños, y amas de casa que tienen que interrumpir su tarea al caer la noche porque se quedan a oscuras. En muchos de esos lugares, las lámparas caseras de queroseno son la única alternativa, pero no se trata de una solución demasiado saludable. El Banco Mundial estima que 780 millones de mujeres y niños respiran habitualmente gases resultantes de la combustión de queroseno, equivalentes a fumar 40 cigarros al día.
No solo la salud se ve comprometida con la quema de queroseno. Esas lámparas son una amenaza para la seguridad, ya que pueden causar incendios devastadores en viviendas tipo chabola, un problema económico, ya que pueden consumir hasta el 30% de los ingresos de las familias más pobres, y un inconveniente medioambiental, ya que se calcula que a nivel global la combustión de queroseno genera el 3% de las emisiones de CO2.
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