¿Y si tuviéramos la posibilidad de sustituir la pieza estropeada? ¿Y si nos libráramos por fin de la letanía del “no se puede arreglar” o del “cuesta menos comprar otro”?
El diseñador holandés Dave Hakkens llama la atención sobre “uno de los tipos de residuos que se generan con más rapidez del mundo”, la incómoda y apenas mencionada chatarra tecnológica, una pila de cacharros en la que abundan los efímeros teléfonos móviles. “Cada día tiramos millones de aparatos sólo porque son viejos o se gastan, pero normalmente es uno de los componentes el que causa el problema. El resto funciona bien y es innecesariamente desechado, simplemente porque los aparatos electrónicos no están hechos para durar“, apunta Hakkens.
En un mundo regido por la obsesión de tener lo último en electrónica, propone un proyecto arriesgado pero esperanzador. Phonebloks (que se podría traducir por bloques de teléfono) es de momento un concepto, pero de realizarse supondría un rediseño radical del smartphone que pondría fin al desperdicio masivo de teléfonos, que muchos consideran de sustitución obligatoria cada dos años.
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