Cuando Google anunció en junio de 2011 su intención de crear un sistema operativo para PC, ChromeOS, la respuesta del mercado fue de incredulidad. Durante años, Linux y OSX habían intentado hacer mella en el dominio de Windows sin éxito, ¿Qué podía aportar Google con una plataforma nueva? Es más, ¿por qué molestarse en impulsar un sistema operativo alternativo a Android en lugar de adaptar la plataforma móvil a un PC que cada vez tenía más elementos en común con la tableta?
Los primeros chromebook, nombre que reciben los ordenadores equipados con ChromeOS, parecían dar la razón a los escépticos. Medios y analistas coincidieron en señalar que la dependencia de una conexión permanente a la Red y la imposibilidad de instalar aplicaciones los convertía en máquinas muy limitadas, incapaces de competir con PC de gama baja, netbooks o tabletas.
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