¿Qué tienen los garajes en Silicon Valley? Parte de mito, parte realidad, lo cierto es que estos lugares han sido protagonistas de sonoros inicios de empresas que, como Apple, cotizan ahora a niveles estratosféricos en el Nasdaq.
El proceso lógico es el siguiente: nace una idea y hay que echarla a andar con lo primero que se tiene y con lo que se carece, que por lo general suele ser dinero. El vil metal es habitualmente el principal obstáculo para esta generación de jóvenes emprendedores que arrancan con lo puesto. Menos mal que las casas en Estados Unidos suelen ser como en las películas, con una gran plaza de garaje en el que uno puede fácilmente montar unas mesas y que aquello sea la mecha de un comienzo prometedor.
Algo así le sucedió a Alex Polvi, un joven estudiante de informática de Oregón que en una noche de cervezas decidió crear un proyecto con un par de amigos. Hasta aquí, una historia muy similar a la vivida por Mark Zuckerberg. El proyecto del joven y sus amigos pronto recibió el visto bueno de Y Incubator, un programa de inversiones de capital riesgo para las ideas más prometedoras, y a partir de ese punto todo fue rápido, demasiado rápido.
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