Aunque parezca mentira, hubo un tiempo en que no todo el mundo quería que Internet fuese un lugar seguro. La red nació abierta, sin contraseñas, sin cortafuegos, con ordenadores compartidos por diversos usuarios que tenían acceso franco a los ficheros del resto. Internet pertenecía al mundo de los investigadores, no de los ladrones. ¿Por qué ponerle puertas? Esta forma de pensar se hizo fuerte en universidades de todo el mundo cuyos inseguros sistemas, por filosofía o por desidia, fueron en el siglo XX campo de juego de la comunidad 'hacker'.
Buena parte de los hoy expertos en seguridad informática aprendieron su arte asaltando los ordenadores de universidades de aquí y de fuera, en los años 80 y 90. No había fronteras en cuanto a la inseguridad de los sistemas informáticos de la mayoría de estas instituciones. El primer grupo de hackers españoles, Glaucoma, entra ilegalmente por primera vez a RedIRIS desde ordenadores que han 'hackeado' en la Universidad de Zaragoza. Los 'hackers' que vendrán después mantendrán intacta esta tradición de pulular como Pedro por su casa por las redes universitarias.
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