Linux lleva tiempo intentando hacerse un hueco en el mercado del escritorio sin éxito, sin embargo, eso no quiere decir que sea un mal sistema operativo, más sabiendo que el mercado de masas raras veces es meritocrático cuando se trata de avances tecnológicos (WhatsApp arrasó a una competencia que ofrecía un soporte totalmente multiplataforma y PlayStation 2 arrasó a una consola técnicamente bastante superior como la primera Xbox).
Las grandes diferencias entre Linux y Windows pueden terminar haciendo que, según las necesidades del usuario, este se decante por un sistema operativo u otro. Por eso en este artículo vamos a exponer cuatro motivos para abandonar el sistema de Microsoft en favor del Open Source. Teniendo en cuenta que el universo de Linux es inmenso y que hay distribuciones para distintos niveles de habilidad, tomaremos como referencia una de las más amigables para el usuario común: Linux Mint.
Menor mantenimiento
Los usuarios domésticos de Linux raras veces instalan un antivirus. La poca presencia de malware para este sistema, unido a la utilización de un usuario común por defecto en lugar de un administrador (como hace Windows), hacen que se pueda prescindir de un software que siempre ocupa recursos en la máquina.
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