El reemplazo de un disco duro por una SDD (unidades de estado sólido) ofrece grandes ventajas en cualquier equipo informático. Mayor velocidad en transferencia de datos, mejores tiempos de arranque del sistema operativo, en el acceso a las aplicaciones o en los reinicios desde modos de suspensión o hibernación.
La ausencia de partes móviles de SSD les permite mejorar el ruido emitido, la emisión calorífica y el consumo, mientras que formatos avanzados como M.2 con tamaños similares a una tarjeta de memoria, permiten crear equipos cada vez más delgados y ligeros, un aspecto esencial en informática móvil.
Reemplazar físicamente un disco duro por una SSD es sencillo como vimos en esta guía práctica. A partir de ahí tenemos que instalar el sistema operativo. Uno de los métodos es reemplazar la unidad arrancando desde la SSD y realizar una instalación limpia sobre ella (guardando previamente los archivos personales en una unidad externa) o utilizar discos de recuperación del fabricante.
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