La supercomputación sigue siendo un privilegio que solo pueden disfrutar un puñado de seres humanos. Se trata de ordenadores con capacidades muy superiores de las del mejor ordenador comercial, que precisan de un sistema eléctrico y de refrigeración dedicados, además de una inversión millonaria solo justificable en entornos profesionales de alto nivel.
Sin embargo, aunque la democratización de la tecnología todavía no nos permita disfrutar de máquinas como Titan, sí ha puesto al alcance de nuestras manos ordenadores como Raspberry Pi, que por solo 25 dólares ofrece unas capacidades similares a las de nuestro ordenador de hace 7 u 8 años. Precisamente esta placa es la pieza clave en las que se basó el profesor Simon Cox, de la Universidad de Southampton, para construir un ordenador con 11 Ghz. de capacidad de procesamiento, 32 gigas de RAM y 1 Tb. de memoria flash por menos de 2.500 euros.
Enseñando a su hijo
Cox, profesor de Métodos Computacionales, es un convencido de la democratización de la informática. En la década de los 90 ya trabajó en el primer superordenador basado en el sistema Windows de Microsoft, consiguiendo rebajar su precio desde los millones de dólares a las decenas de miles. "Lo que trato de demostrar es que se puede coger un problema grande y dividirlo en problemas menores", explica a Wired. Todo comenzó cuando el profesor le compró un Raspberry Pi a su hijo James, de 7 años, para que aprendiese nociones básicas de programación.
Después los proveedores de Raspberry se pusieron en contacto con el equipo de Cox para interesarse por qué serían capaces de hacer con unas decenas de unidades. "Un superordenador, seguramente" respondieron. Los ingenieros de Southampton fueron los encargados de hacer el trabajo realmente duro, diseñando el software que comunica los procesadores y el siempre tedioso testeo del producto. "Bueno, no es el ordenador más eficiente del mundo. Usamos 64 fuentes de alimentación, lo que es una locura, pero quien lo pruebe quedará sorprendido por su potencia", dice Cox.
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Para montarlo, Cox necesitó 64 Raspberry Pi (1.600 euros), 64 tarjetas SD de 16 Gb. (850 euros), 64 cables Ethernet (100 euros) y unas piezas de Lego para sostener la arquitectura. El proceso de ensamblado, asegura Cox en el paper de su investigación, apenas lleva unas pocas horas, y es sencillo para un niño de 7 años, la edad del hijo de Cox, que le ayudó en la tarea. Aunque el investigador no lo reconozca, ayuda cualquier conocimiento de Linux, el sistema operativo con el que trabaja. Todo está explicado detalladamente en este documento (PDF).
En realidad no hay más secreto que integrar todos los Pi en un bastidor y conectarlos entre sí. Para gestionar la comunicación entre los nodos del clúster se ha empleado un software llamado MPI (Message Passing Interface) que, sin ser un programa de alto nivel, cumple perfectamente con su cometido. Y lo mejor de todo es que se trata de un modelo escalable, que se puede construir con 4, 8, 16 ó 32 placas, así como con 128 ó 256 unidades. "Si con esto consigo que algún niño monte su propio superordenador y termine haciendo una carrera informática, me doy por satisfecho", concluye Cox. ¿Te atreves con ello en las vacaciones de verano?
http://www.elconfidencial.com/tecnologia/2013/05/28/como-montar-tu-propio-superordenador-por-menos-de-2500-euros-4971/