La pornografía es cuestión tabú en China. Desde el advenimiento del comunismo, las autoridades centrales han prohibido en diversos grados el consumo de material sexual. La última ley data de principios del siglo pasado, y limita oficialmente cualquier uso de la pornografía en la esfera pública, lo cual, en el gigantesco entramado de vigilancia ciudadana elaborado por el gobierno chino, incluye Internet. Y ahora, de forma sorprendente, también los vídeos ASMR.
¿Los qué? Los vídeos ASMR. Hablamos de ellos en su momento aquí: una subcultura de YouTube dedicada a la producción de vídeos orientados a la relajación. Los locutores, auténticos artesanos de la sinestesia, susurran de forma estimulante y producen ruidos artificiales con el objetivo de adormecer los sentidos de sus oyentes. Estos últimos se cuentan por millones. Los vídeos tienen un larguísimo recorrido a lo largo de la red y hay auténticas estrellas en la materia.
¿Y por qué? En 2015, un estudio trató de averiguar por qué motivo los oyentes acudían a los vídeos ASMR. La respuesta fue lógica: alrededor del 70% los empleaba como técnica relajante, un 82% como herramienta para conciliar el sueño y tan sólo un 5% como utensilio pornográfico. No cuesta entender por qué: el carácter susurrado de las producciones entronca bien con otra subcultura fetichista (muy activa en Reddit) que se excita sexualmente a través de audios eróticos.
La alarma china. Sin embargo, un 5% casa bien con la lectura general del fenómeno ASMR: al igual que los audios destinados a relajar cuerpo y mente previa clase de técnica vocal, la mayoría de las personas se valen de ellos por sus indudables cualidades sensoriales. En el imaginario popular, el ASMR no es más porno que "Hablar por hablar". Sin embargo, la particular obsesión del gobierno chino con el porno ha provocado que este mes haya prohibido todos los vídeos ASMR en China.
¿Cómo? Gracias al amplio control que las plataformas chinas ejercen sobre el Internet local. Youku y Bilibili, los dos proveedores de contenido audiovisual más populares en el país, tendrán que deshacerse de todos los vídeos de similar temática. Buscar hoy "ASMR" en las plataformas chinas devuelve cero resultados. Para la pequeña y boyante escena local, la noticia es una tragedia. A partir de ahora, buscar vídeos para dormir implicará contradecir las órdenes del Partido.
Los subterfugios. La prohibición de la pornografía en China no es una excepción extravagante: la mayor parte de países asiáticos imponen restricciones a la misma, cuando no la vetan por completo. En el caso chino, el celo de las autoridades comunistas a una industria que soliviantaría la recta moral impuesta por la tradición y por el sistema de valores maoísta ha obligado a los chinos corrientes a recurrir a subterfugios. Hay prohibición, pero también cierta mano abierta, como demuestra la popularidad de las estrellas pornográficas japonesas en Weibo.
Una lucha fracasada. Si existen las vías alternativas es porque, al igual que la lucha contra el narcotráfico, la guerra contra el porno es una batalla imposible de ganar. Como se ilustra aquí, los chinos han logrado acceder a material prohibido a través de páginas de descargas o de streaming desde 2003. Ante la censura se ha agudizado al inventiva, como prueba la boyante escena de prácticas sexuales amateur en espacios públicos o las aplicaciones de livestreaming.
El ASMR, ahora, corre la misma suerte. Relegado a la clandestinidad.
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