La seguridad ha dejado de ser cuestión de “virus”. A medida que Internet ha ido asumiendo más responsabilidades y el tráfico de red contiene datos, información y contenidos de gran valor, los hackers han centrado su interés en las redes, dispositivos conectados y apps. Además, Internet es el nexo de conexión por antonomasia, proporcionando a los ciberdelincuentes una puerta para adentrarse en las identidades digitales de los usuarios, las empresas o los estados.
Ya no solo se trata de equipos tales como ordenadores, tabletas o móviles. Incluso “las cosas” están conectadas. Hasta componentes aparentemente tan sofisticados como los procesadores están expuestos a vulnerabilidades a nivel de funcionamiento interno en el propio chip de silicio. No se trata de teoría: los ataques reales y tangibles se suceden a lo largo de una cronología repleta de incidentes de seguridad. Spectre y Meltdown, por ejemplo, han supuesto que Intel haya tenido que enfrentarse a una crisis importante en los pasados meses.
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