¿Cómo ha llegado la información de miles de usuarios anónimos a las manos de los analistas de la Agencia Nacional de Seguridad (NSA) estadounidense? ¿Y de ahí a estar recopilada en sus archivos? Por una vez, éstas no son preguntas retóricas fruto de la sorpresa o el escándalo. Correos electrónicos, fotos, vídeos, conversaciones de chat… El programa PRISM, como una suerte de Gran Hermano, ha estado meses recogiendo y analizando información de ciudadanos de todo el mundo. ¿Cómo ha funcionado este espionaje masivo?
Basándose en una nueva serie de diapositivas, el diario The Washington Post –que fue el primero en destapar estas escuchas generalizadas a partir de la filtración de Edward Snowden- ha revelado el proceso por el que la NSA obtenía información de un determinado ciudadano que consideraba sospechoso o peligroso.
El sistema estaba basado en el principio de que la información que viaja de un punto a otro a través de la red no utiliza el camino más corto, sino el más barato. Esto significa que en muchos casos, pasan por territorio estadounidense, ya que las grandes compañías tecnológicas tienen allí sus sedes y gran parte de sus servidores. Compañías que están obligadas por ley a colaborar con las investigaciones antiterroristas del gobierno.
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