iOS 8 se ha convertido en el último escándalo reciente de Apple. No se recordaba un nivel de quejas por parte de sus usuarios desde la imposición de sus mapas o desde el problema con la cobertura de la antena del iPhone 4. La diferencia es que los problemas del nuevo sistema operativo, presentado el pasado 2 de junio a los desarrolladores y accesible para todos los clientes de iPhone e iPad desde el pasado viernes, tiene diversos síntomas. Desde dificultades para conectarse a redes wifi a un uso ineficiente de la batería.
Con intención de solventar el problema, Apple liberó, como se denomina en el argot a la descarga de emergencía, una actualización menor, un parche, que lo arreglase. El efecto ha sido contrario: en algunos casos desactiva la conexión del móvil y no permite hacer llamadas. En otro casos, desactiva el sensor de huellas dactilares. Inicialmente, la actualización estaba dedicada a mejorar HealthKit, el paquete de aplicaciones con foco en el bienestar y la salud, una de las estrellas de iOS 8.
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