Microsoft tomó la decisión de hacer de Windows 10 su ‘último’ sistema operativo. Ahora ya no lanzan nuevas versiones cada varios años, sino que se centran en hacer grandes actualizaciones cada medio año, o un año como máximo. Ha cambiado esto, pero también ha cambiado el precio de las licencias, que es más económico. Además, muchos usuarios han podido actualizar gratis. Así, Windows 10 es ahora más parecido a un servicio –sin llegar a serlo- que un producto, como ha sido siempre. Pero esto tiene un coste: la recopilación de datos de los usuarios.

La llegada de Windows 10 ha supuesto mejoras en rendimiento, en experiencia de uso y, sobre todo, en seguridad. Pero ahora Microsoft cuenta con un sistema de telemetría mucho más avanzado que nunca antes, y la recopilación de información sobre los usuarios es mucho más extensa. Es de sobra conocido, y algo con lo que llevamos conviviendo aproximadamente tres años, desde que llegase Windows 10 por primera vez. Sin embargo, lo nuevo está en que la compañía de Redmond está trasladando estas tecnologías de recopilación de datos a otro software importante: Microsoft Office. La suite de ofimática ha empezado también a introducir ajustes de telemetría para tomar datos sobre los usuarios del software.

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