Aprender forma parte de la vida de los seres humanos. De pequeños, aprendemos a comer, a andar, a hablar o a ir al servicio. Cuando somos un poco más mayores llega el turno de las matemáticas, de tocar un instrumento o de bailar. Hay un punto en nuestras vidas en el que somos nosotros los que decidimos qué queremos aprender y cuándo; ahí es cuándo empezamos a centrarnos y a comprender lo que de verdad nos apasiona.

Con la excusa de no tener tiempo o por dar prioridad a otras cosas, tendemos a dejar de lado esas cosas por las que sentimos curiosidad o nos parecen especialmente útiles. Para paliarlo, nos ponemos metas con las que nos forzamos a buscar ese tiempo que nos hace falta. ¿Cuál es la forma más popular de establecer los objetivos? Con los propósitos de Año Nuevo.

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