La guerra comercial de Trump sacude a los dirigentes chinos
SIN MOVILIZAR UN SOLDADO NI DISPARAR UN SOLO TIRO, EL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS, DONALD TRUMP, TIENE A CHINA, RUSIA E IRÁN AL BORDE DEL ABISMO
SIN MOVILIZAR UN SOLDADO NI DISPARAR UN SOLO TIRO, EL PRESIDENTE DE ESTADOS UNIDOS, DONALD TRUMP, TIENE A CHINA, RUSIA E IRÁN AL BORDE DEL ABISMO
A pesar de los aranceles y las amenazas comerciales del presidente Donald Trump, los dirigentes de China han intentado mantener la confianza. Sin embargo, cada vez se hace más evidente que quizá sea imposible evitar una prolongada guerra comercial con Estados Unidos, además de que la inquietud entre la élite política comunista crece.
Desde hace algunos días, funcionarios del Ministerio de Comercio, la policía y otras dependencias han reunido a expertos para evaluar planes como despedir a empleados o cambiar las cadenas de suministro a otros países.
En vista de que las acciones están a la baja y la moneda cayó un nueve por ciento con respecto al dólar desde mediados de abril, los sistemas de censura han borrado muchas críticas publicadas en línea, algunas de ellas sobre el liderazgo del presidente Xi Jinping.
En contraste, los medios noticiosos del Estado han intentado promover la línea oficial, y las autoridades evitan utilizar la frase “guerra comercial”.
De cualquier forma, algunas controversias en cuanto a las políticas para impulsar la economía se han divulgado entre el pueblo, y en algunas ocasiones los medios del Estado han sido blanco de ataques por alardear sobre las fortalezas económicas de China.
A algunas personas les preocupa que, si la guerra comercial escala —y Trump no ha dado ninguna señal de querer dar marcha atrás—, disminuya la confianza de la gente en la economía y entonces la nación quede expuesta a problemas mucho más serios que una reducción en las exportaciones. Nuevos datos económicos revelados el martes muestran un crecimiento más lento en la inversión y el gasto de los consumidores, y existe el temor de que la crisis financiera de Turquía se extienda.
Los dirigentes chinos han argumentado que pueden resistir un retraimiento comercial por más tiempo que Trump. Su sistema autoritario puede sofocar cualquier ideología contraria y modificar rápidamente la canalización de recursos, y esperan que Washington se vea acorralado y bajo la presión de los electores cuando comiencen a sufrir los efectos de los trastornos causados al comercio.
No obstante, el Partido Comunista también es vulnerable en algunos aspectos. Necesita mantener el crecimiento para justificar su monopolio del poder y está obsesionado con evitar cualquier inestabilidad social. La mano dura de Xi quizá esté impidiendo que se apliquen algunas políticas eficaces, pues los funcionarios no le comunican las malas noticias, esperan a que él tome las decisiones y ejecutan con precisión sus órdenes, para bien o para mal.
Pekín ya tuvo que cambiar de rumbo una vez, cuando dejó de amenazar a Estados Unidos con corresponder dólar por dólar a los aranceles de ese país. Ante la posibilidad de que los aranceles se mantengan durante meses o incluso años, y que el acceso de China al mercado estadounidense quede más restringido, Xi no parece haber elegido ninguna estrategia para limitar los daños o persuadir a Trump de negociar un acuerdo.
Algunos funcionarios del gobierno consideran que China debería ser más agresiva y obligar a Trump a ponerse a la defensiva, mientras que otros han propuesto concesiones para resolver las quejas de Estados Unidos, según Chen Dingding, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad Jinan, ubicada en la ciudad sureña de Guangzhou.
Explicó que el debate es “un avance saludable” porque mantendrá “informado al pueblo y mejorará las políticas”.
Otros opinan que refleja la indecisión o debilidad política de Xi, que parecía inexpugnable en marzo cuando los dirigentes comunistas abolieron el límite del periodo presidencial.
“Todas estas situaciones en conjunto indican que Xi ya no tiene control absoluto”, aseveró Willy Wo-lap Lam, quien pertenece a la Universidad China de Hong Kong y ha observado desde hace tiempo la política china. “No puede cumplir su función de árbitro definitivo para resolver las diferencias entre sus asesores más cercanos”.
Es poco probable que la posición de Xi esté en peligro. No obstante, el enfrentamiento comercial, sumado a un escándalo por vacunas contaminadas y manifestaciones por malas inversiones, ya han embravecido a algunos críticos de la centralización absoluta del poder.
“La reciente guerra comercial entre China y Estados Unidos ha dejado al descubierto, en particular, algunas debilidades subyacentes y el punto débil del sistema”, escribió Xu Zhangrun, profesor de Derecho en la Universidad Tsinghua de Pekín, como parte de una denuncia de las políticas de línea dura de Xi que se compartió ampliamente a pesar de la censura. “Todo esto solo ha agravado una extendida sensación de inseguridad en la sociedad en su conjunto”.
En público, los dirigentes han dicho que China puede soportar la guerra comercial sin ningún problema. Un estudio de amplia circulación preparado por algunos economistas de la Universidad Tsinghua calculó que los aranceles impuestos hasta ahora y los que se ha amenazado con imponer solo causarían una reducción de 0,3 puntos porcentuales en la tasa de crecimiento de China, que se ha mantenido estable en un 6.7 por ciento.
Aun así, el gobierno solicitó el mes pasado que decenas de institutos de investigación y universidades presentaran análisis sobre los posibles efectos en diferentes regiones y sectores industriales en caso de agravarse la guerra comercial, así como en el desempleo y los mercados financieros.
China vendió productos por unos 500,000 millones de dólares a Estados Unidos el año pasado, que representaron casi una cuarta parte de sus exportaciones totales y alrededor del cuatro por ciento de la producción económica nacional.
Si Estados Unidos aplica aranceles a todos los productos chinos, incluso los economistas chinos más pesimistas consideran que el país sufriría una caída de solo el uno por ciento en la producción debido a la pérdida de exportaciones. China tiene un dominio tan sólido en algunas industrias, como la fabricación de teléfonos celulares, que los aranceles quizá no la dañen mucho. En el caso de otras industrias, China quizá se vea aventajada por rivales como Corea del Sur, pero encontrará oportunidades para exportar sus productos a otros mercados.
Si bien las fábricas dedicadas a elaborar productos electrónicos cuyas ventas dependen de los precios y otros productos eléctricos ya comienzan a ver una reducción en sus pedidos, China es tan competitiva en una variedad tan grande de sectores que las exportaciones a Estados Unidos en realidad van en aumento a pesar de los aranceles que han entrado en vigor, que son relativamente pocos.
Sin embargo, el peor problema para China se presentaría si la guerra comercial merma la confianza económica. El mercado inmobiliario del país apenas mantiene el equilibrio sobre una montaña de deudas, y los préstamos con tasas bajas de interés otorgados por los bancos del Estado han ocasionado que haya un exceso de capacidad en muchas industrias. La inquietud es que, si se prolongan las tensiones comerciales, los inversionistas comiencen a sacar dinero de China a pesar de los controles de la moneda, lo que podría provocar problemas financieros y económicos mucho mayores.
Los sistemas de censura han eliminado las menciones de esta posibilidad. Las quejas estadounidenses con respecto a las prácticas comerciales de China tampoco han tenido mucha difusión en los noticieros. En vez de hablar de estos temas, a los medios noticiosos del Estado se les ordenó dejar de mencionar el plan industrial Hecho en China 2025, cuyo objetivo es transformar al país en una superpotencia de alta tecnología, y el cual Washington ha criticado por considerar que es injusto y reduce la competencia.
Para señalar a los culpables, al parecer la élite se ha concentrado menos en las prácticas comerciales de China que en su mensaje de promoción política. Algunos analistas sostienen que la guerra comercial podría haberse evitado si Pekín no hubiera empleado la retórica triunfalista acerca del surgimiento de China como potencia global. Esa retórica se asocia estrechamente con el propio Xi.
“Existe un gran debate que cuestiona si el gran líder tomó las decisiones correctas”, señaló Jerome Cohen, director académico del Instituto de Derecho Estados Unidos-Asia en la Universidad de Nueva York.
A medida que ha empeorado la controversia comercial, los principales empresarios chinos han mantenido la cautela, absteniéndose casi por completo de hacer declaraciones públicas al respecto por temor a enfadar a Pekín. Sin embargo, está claro que ni ellos ni los funcionarios del gobierno vieron venir el problema.
“Fuera de los negociadores del gobierno, pocos tomaron muy en serio esta posibilidad hasta el 6 de julio”, explicó Yu Yongding, un destacado economista de la Academia China de Ciencias Sociales, haciendo referencia a la fecha en que entraron en vigor los aranceles sobre productos chinos equivalentes a 34.000 millones de dólares.
Scott Kennedy, experto del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington, indicó que “en todas las conversaciones” que sostuvo con funcionarios a principios de este año, “se percibía que” daban por hecho que Pekín podía evitar la guerra comercial.
“Estaban equivocados, así que se sienten dolidos y ahora intentan calibrar bien la brújula para trazar el rumbo de nuevo”, afirmó.
https://www.elnuevoherald.com/opinion-es/trasfondo/article217078450.html