La batalla del Planeta Nueve contra el Planeta X
El 24 de agosto de 2006, Plutón dejó de ser un planeta. No ocurrió ningún cambio en el espacio, sino en Praga (República Checa), donde la Unión Astronómica Internacional (UAI) aprobaba una definición de planeta que dejaba fuera al que durante 76 años había figurado como el noveno del sistema solar. Pero a esta discusión se ha añadido el debate científico sobre la posible existencia de un mundo gigante más allá de Neptuno que, para indignación de algunos, pretende apoderarse del título de Planeta Nueve.
El 24 de agosto de 2006, Plutón dejó de ser un planeta. No ocurrió ningún cambio en el espacio, sino en Praga (República Checa), donde la Unión Astronómica Internacional (UAI) aprobaba una definición de planeta que dejaba fuera al que durante 76 años había figurado como el noveno del sistema solar. Pero a esta discusión se ha añadido el debate científico sobre la posible existencia de un mundo gigante más allá de Neptuno que, para indignación de algunos, pretende apoderarse del título de Planeta Nueve.
Desde el descubrimiento de Plutón por Clyde Tombaugh en 1930, ningún nuevo nombre se ha añadido a la lista de nuestros vecinos planetarios. Pero cuando en 2005 el astrónomo de Caltech (EEUU) Mike Brown descubrió Eris, un nuevo objeto transneptuniano (TNO por sus siglas en inglés) que superaba en masa a Plutón, la UAI se planteó la necesidad de aprobar una definición de planeta para poner orden en la taxonomía del sistema solar. El resultado fue la expulsión de Plutón del club de los planetas.
Después de que Mike Brown descubriera Eris, se aprobó la definición de planeta enano.
La decisión prendió una reacción de repulsa que colea hasta hoy y que tiene entre sus más ardientes portavoces a Alan Stern, investigador principal de la misión de la NASA New Horizons que en 2015 visitó las cercanías de Plutón, hoy oficialmente planeta enano. La controversia se reavivó cuando Brown y otros científicos colocaron el sobrenombre de Planeta Nueve a un posible mundo gigante que podría existir más allá de Neptuno, según sugieren ciertos modelos matemáticos.
“Mi visión es que llamar a este objeto Planeta Nueve es insensible y deprecia el increíble legado del Dr. Tombaugh, por lo que no debería utilizarse”, señala Stern a OpenMind. “Hay muchos términos genéricos que funcionarían, comenzando por Planeta X”. El pasado 29 de julio, Stern y otros 34 científicos firsmaban una carta en la Planetary Exploration Newsletter en la que defendían esta postura.
Otro de los firmantes es el astrobiólogo del Planetary Science Institute David Grinspoon, coautor con Stern del libro Chasing New Horizons: Inside the Epic First Mission to Pluto (Picador, 2018). Para Grinspoon, no solo el uso del término Planeta Nueve es “ofensivo”, sino que en su opinión también lo es el hecho de que Brown haya adoptado el alias de Pluto Killer. “Quienes publicitan el término Planeta Nueve son los mismos que se ufanan de haber matado a Plutón”, dice a OpenMind. “Creo que hay algo de ego implicado en ello”.
OTRO GRAN PLANETA EN NUESTRO SISTEMA SOLAR
Con todo, Grinspoon advierte de que “obviamente, este no es el asunto más importante en la ciencia planetaria actual”. Más allá de los encontronazos terminológicos, el debate científico se centra en la existencia del Planeta Nueve o X. “La posibilidad de que en nuestro sistema solar se encuentre otro gran planeta es absolutamente apasionante”, admite Grinspoon.
Desde 2014, varios científicos —entre ellos Brown— han aportado indicios de que un planeta de unas 10 veces la masa terrestre, con un tamaño similar a Neptuno y con una distancia al Sol 20 veces superior a la de este, podría explicar las anomalías orbitales detectadas en varios TNO, entre ellos Sedna, descubierto por el propio Brown en 2004. Estos objetos tienen sus órbitas agrupadas en el espacio e inclinadas respecto al plano de los planetas, algo que podría responder a la influencia gravitatoria de un gran planeta lejano. El pasado mayo, un nuevo estudio dirigido por la Universidad de Michigan (EEUU) descubría que la inclinación orbital de otro TNO, llamado provisionalmente 2015 BP519, también encaja en la hipótesis del Planeta Nueve/X. “Se suma a las pruebas circunstanciales de la existencia de este nuevo miembro propuesto del sistema solar”, escribían los autores.
Diagrama orbital del Planeta Nueve y varios objetos transneptunianos extremos.
Sin embargo, la hipótesis del gran planeta transneptuniano también tiene sus detractores. El pasado junio la astrofísica Ann-Marie Madigan, de la Universidad de Colorado en Boulder (EEUU), presentó una hipótesis que propuso por primera vez en 2015 y que ofrece una explicación alternativa a las anomalías orbitales de muchos TNO. Según Madigan y sus colaboradores, la gravedad colectiva de una multitud de pequeños objetos podría causar el efecto sobre otros más grandes.
Para el astrónomo de la Universidad Complutense de Madrid (España) Carlos de la Fuente Marcos –que en 2014, con su hermano Raúl, fue de los primeros en mostrar que las anomalías orbitales de algunos TNO podían deberse a grandes planetas transneptunianos–, el trabajo de Madigan (aún no publicado formalmente) tiene puntos débiles, como la posibilidad de que la masa colectiva de los objetos alcance el umbral necesario para provocar los efectos descritos y mantenerlos en el tiempo.
BUSCAR UNA AGUJA EN UN PAJAR
De la Fuente Marcos explica a OpenMind que actualmente la hipótesis de los grandes planetas transneptunianos goza de buena salud, gracias a las múltiples líneas de evidencia que “parecen continuar indicando que hay agentes perturbadores masivos localizados más allá de Plutón”. El astrónomo añade que un nuevo trabajo de Brown de próxima publicación mostrará que “la probabilidad de que las observaciones disponibles sean incompatibles con la presencia de su Planeta Nueve está muy por debajo del 1%”. “Podemos adelantar que nuestros colaboradores del Instituto de Astrofísica de Canarias han conseguido observar varios de los objetos más distantes y hay tendencias muy interesantes en los datos obtenidos”, agrega.
Comparación del Planeta Nueve con la Tierra (a la izquierda) y Neptuno (a la derecha).
En cualquier caso, el Planeta Nueve/X no pasará del papel a la realidad hasta que se muestre ante los ojos de los astrónomos. Paradójicamente, es más sencillo descubrir un planeta a años luz de distancia que en los confines de nuestro sistema solar; los exoplanetas se detectan por el tránsito frente a su estrella, algo que en este caso no es posible. Por otra parte, la luz que un lejano planeta transneptuniano recibiría de su estrella, el Sol, tal vez sea demasiado tenue para observarla, aunque quizá pueda hallarse la firma de su calor interno por infrarrojos.
Otra dificultad es que la mayoría de los telescopios tienen un campo de observación demasiado reducido; se ha comparado a buscar una aguja en un pajar mirando a través de una pajita. Brown y sus colaboradores rastrean el cielo con el telescopio Subaru, en Hawái, cuyo campo de observación es mucho más amplio. De la Fuente Marcos se muestra confiado en que “se producirá un descubrimiento relativamente pronto”, y que con el Large Synoptic Survey Telescope, en construcción en Chile y que estará operativo en 2022, “su descubrimiento a largo plazo está prácticamente garantizado, suponiendo que exista”. Pero mientras en 2016 Brown daba a la búsqueda un plazo de cinco años, otros comienzan a impacientarse: “lo que sabemos es que la búsqueda ha sido infructuosa ya durante mucho tiempo”, sentencia Stern.
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