Era  un atardecer gélido como los de cementerio, el ocaso se desgarraba en jirones rojizos sangrando por entre las nubes.

Por el rancio camino polvoriento, una vieja rengueaba apoyada en un bastón carcomido que parecía se quebraría  en cualquier momento.  Los pasos ortopédicos se interrumpieron, cuando un gato negro atravesó la calle como perseguido por el mismo Demonio. La vieja se santiguó y lanzó una imprecación inaudible.

Con el rostro agarrotado por la contrariedad retrocedió tres pasos hacia atrás, pero el mal sino había dejado su impronta. Pisó los restos de una botella que algún desaprensivo había dejado abandonada y donde las huellas del tráfico había completado la obra, rompiéndola. Los picos, desafiantes como finas agujas, esperaban al caminante desprevenido.

La sangre brotaba como un manantial interminable de la trombosis de la arteria  peronea. Nadie oía los gritos desgarrantes de la vieja, solo le quedaba rezar para encomendarse a Dios (o al Diablo).

A la mañana siguiente la encontraron muerta. Se notaba que había arrastrado su cuerpo varios metros. El rictus amargo se dibujaba en su rostro y el charco de sangre, como un sudario petrificado,  era el mudo testigo de la maldición felina.





*Nada de este relato es real, sino fruto de mi imaginación  a raíz del planteamiento que nos dejó Constance  ayer. Según las creencias de cada persona la causa de la muerte puede analizarse desde distintos ángulos. El pensamiento lógico-racional y el mágico, una vez más, rivalizarán en la interpretación de los hechos de este breve relato. Nada diferente al post “El juego de las películas”, hasta donde permita la analogía.

No Constance, no aplica a este caso. Lo que ocurre es que con los gatos negros esta esa creencia de que para no caer en el "maleficio" debes de dar 7 pasos para atrás

Saludos

A mi me parece muy buena forma de explicar cómo nos autosugestionamos para hacer realidad las cosas en las que creemos. No fue sólo el gato quien tuvo la culpa, sino la anciana, con ayuda de su ciega superstición. Si fuera un caso real, no tardarían en aparecer individuos que crean que la culpa fue del gato porque le dio mala suerte... ésto es así, es como funcionan las supersticiones. Llama la atención que la mujer muera justo después de cruzarse con un gato negro, pero no llama la atención las millones de personas que se cruzan con uno y no les ocurre nada...

Me recuerda al poster que siempre tenía Fox Mulder en su oficina "I want to belive"
PD. Si que escribes muy bien, dentro de lo corto que es el relato creas una atmósfera misteriosa de oscuridad, suciedad e intriga que recuerda al estilo de la novela negra. Hay libros editados con historias cortas mucho peor escritas y que se venden xD.

Neal stephenson en snow crash habla de que todos los humanos tenemos una zona en el cerebro dedicada exclusivamente a "creencias religiosas o similares". Para éste escritor similar puede ser, según la persona, el fútbol, política, supersticiones, el dinero, las matemáticas... El ser humano tendría una necesidad de llenar ésta zona con algo (y en el libro hay una imagen-virus que puede sobreescribir lo que hay en el cerebro). Me pareció también un modo interesante e innovador de verlo.

ABDERRAMAH, has captado mi intención o mi idea base en el relato; y eso sí me alegra. Uno no siempre trasmite lo que pretende y apunta a la reflexión desde un hecho imaginario.

Comparto contigo, el comentario sobre Neal Stephenson. Si se lee cualquier manual de Psicología, cuando se estudian las bases neurológicas de la conducta humana, precisamente, se enseña los diferentes sectores del cerebro, entre los cuales están lo que menciona Neal.

Las creencias son una parte fundamental en nuestro pensamiento, aún el mismo agnosticismo lo es. Nuestra necesidad de canalizar el “ídolos o dioses”, no necesariamente ha de pertenecer al universo de lo invisible, mágico o supra-sensible.

 Posiblemente, mis “ídolos” sean  las letras, una pluma y una hoja de papel. Pero el rol de la imaginación y la fantasía, permiten evolucionar al racional, ya por parte de su aspecto  crítico, ya como analítico o hasta sintético. El punto reside en los límites, en la conciencia de la autosugestión separable por una delgada línea del auto-engaño.


Al igual que a Constance, agradezco la gentileza de tu comentario con respecto a la forma de escribir. Es algo que me sale espontáneo y que, junto a leer realmente adoro hacer. Hubo otras épocas que escribía cuentos  para alguien que visitaba una escuela de niños ciegos, y fue una etapa muy grata en mi vida.


Saludos.

Gabriela