Los estudiantes europeos sueñan con ser periodistas o abogados, pero el mercado laboral demanda cada vez más otro tipo de profesiones. Las ciencias, vistas con recelo por una buena parte de los jóvenes, son cruciales para la economía. Y sin embargo el número de estudiantes que optan por ellas al acceder a la universidad desciende en el Viejo Continente. La Comisión Europea alerta sobre este problema y anima a los países a atajarlo pronto. Empresarios, expertos y miembros del sector educativo muestran una inusual coincidencia en la necesidad de revertir esa tendencia. Sobre todo cuando el conocimiento científico y tecnológico emerge como una de las vías para lograr un avance económico más sólido que el de los últimos años.
Las cifras son desalentadoras. Pese a que el número absoluto de licenciados en matemáticas, ciencias y tecnología ha aumentado desde el principio de la década, el peso que suponen sobre el total de graduados decrece. En el conjunto de la Unión Europea, este grupo ha pasado de representar el 24% de los licenciados en 2001 al 21% en 2010. España está algo mejor que la media, pero la evolución es similar: uno de cada cuatro universitarios proviene de una carrera de ciencias, frente al 27% de 2001. Son datos incluidos en un estudio sobre retos educativos presentado ayer por la Comisión Europea.
"Repensar la educación no sólo es una cuestión de dinero", advirtió ayer la comisaria de Educación, Androulla Vassiliou en la presentación de este documento en Estrasburgo. Para mejorar la relación entre el sistema educativo y el mundo laboral, Vassiliou abogó por "modernizar y flexibilizar los sistemas educativos para responder mejor a las necesidades de la sociedad actual". Bruselas no tiene capacidad para obligar a los Estados a modificar los currículos educativos, pero sí lanza recomendaciones que los países aplican en función de sus intereses.
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